Dulcísimo niño estais precioso
tus ojos son luceros finisimos,
tu cabello tan dorado como el sol
y tu piel tan suave como la lana
de corderitos inocentes
saltando sobre la paja.
Mira con tus propios ojos
pequeñin mas liviano
que con asombro y alegría
te abrazan esos brazos
sinceros y cálidos
de amor en tus padres.
Eras esperado desde tiempos
añejos y graves, tan marchitos
como las hojas secas,
los profetas anunciaron
tu gran amor interminable.
Ahora mismo estas reinando
rey de gloria, virtud y honor,
con devoción doblare mis rodillas
ante ti, espero con ansias el beso de
tu boca, de miel sobre mi frente.
Tierno milagro de paz,
eres amado por el mismo creador,
eres tu mismo la fuente de su ser,
eres su palabra de justicia y verdad,
ojala que tu espíritu santo anhelado
abundara como raudales de agua
fresca dentro de mi pecho hoy.
H.B. ©
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